Litografías

Tanto la naturaleza como la arquitectura se basan en la geometría.  La única manera de construir algo es mediante la precisión y el ensamble que se rige por la matemática y genera el espacio adecuado para protegerse.  La vida se organiza en átomos, células, cristales, series o cadenas de crecimiento, todo bajo pautas dinámicas para que los cuerpos surjan, se desplieguen, crezcan y se multipliquen.  La geometría determina pues el cobijo donde el germen nace y se fortalece, por esto es también la razón de ser de la arquitectura y su tectónica.  Como sostuvieron los tratadistas del Renacimiento, la composición arquitectónica imita la naturaleza y su condición, en un gesto en el que el ser humano busca que su artefacto sea resistente y útil pero ante todo bello y acogedor.

Los arquitectos chinos o los árabes han sido grandes conocedores de la geometría.  Sus obras y decoraciones la han aplicado con maestría y devoción pues para ellos se trata de un acto exacto y lúcido que los relaciona con la divinidad.  La vemos presente desde las planimetrías mismas o sus estructuras hasta en los detalles, como por ejemplo en los almocárabes de las cúpulas árabes, que se escalonan para sostener las cubiertas e impresionar a quien observa y reza, o en las maderas del duo gong que se superponen para volar en apoyos sucesivos y formar el alero en los templos chinos.  En estos sorprende la perfección de los ensambles, sin pegante ni puntilla ni tornillo alguno, tan solo cajas y ensambles perfectos, labor de artesanos excelsos y de precisa factura cuyas formas devienen actos místicos que propician la comunicación entre lo terrenal y el cielo.

Carlos Niño Murcia ha hecho, con una constancia obsesiva y de toda su vida, una investigación sobre la geometría, las redes, retículas y variaciones que se despliegan a partir de las figuras básicas.  Eso son sus dibujos, esculturas, proyectos, lecturas o anotaciones…., en sus viajes por el mundo o en sus estudios, formales o personales, analiza y grafica paisajes y elementos de la naturaleza o arquitecturas e ingenierías, como también las obras de otros artistas y creadores del mundo.

Por eso su permanente referencia a los nudos.  Según sus palabras, si se organiza geométricamente una cuerda informe para formar un nudo, entonces ella vive, amarra, hace fuerza y nos ayuda.  El nudo lo logra mediante una disposición que le permite asimilar las tensiones internas o externas que podrían deshacer el amarre de un paquete o la conexión de varios cuerpos, así aprovecha esas mismas tensiones para apretar aún más, para que la cuerda trabaje y cohesione contenido y mundo.

En esta ocasión presenta varias litografías de formas y elaboraciones geométricas, que casi siempre se cierran sobre sí mismas y se desarrollan sobre retículas estrictas para trenzarse y ser; como un manifiesto de composición y energía.  De esta manera se ubica en un lugar en el que reconoce y aprovecha los enormes aportes de los artistas abstractos de la modernidad: sus admirados Max Bill, Chillida, Naum Gabo, Barnett Newman, Oiticica, Gego, los geométricos venezolanos o, en Colombia, Ramírez Villamizar, Negret, Carlos Rojas, Rayo, Manolo Vellojín o Rafael Echeverri, como también sus contemporáneos, los escultores más jóvenes que conociendo la arquitectura han desarrollado geometrías vitales, como Castles, Vayda, Zapata o Germán Botero.  Siempre jugando, en un muy serio juego planteado desde la arquitectura, no como mero grafismo sino en reflexiones formales y expresivas sobre mallas regulares, en las que la bidimensionalidad del papel logra contener espacialidad, profundidad, sombras y volúmenes para constituirse en analogías de fertilidad y crecimiento.

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